Y llueve y llueve, extiendo los brazos y me río.
Me río cuando veo el agua cubrir las aceras y de mis pies solo mis tobillos.
Cuando veo gente atrapada en el coche por salvar la tapicería.
Y al fondo la pirámide: los libros sobre los muebles, las sillas sobre los libros, la vajilla sobre los sillas y allí en la cima de todo, coronando ese montículo de equilibrio imposible el gato que llevaba días sin encontrar.
¡Qué alegría verlo!